La muerte de Alberto Fujimori ha caído como una bomba en la política peruana, generando una mezcla explosiva de reacciones. Unos lo recuerdan como el salvador de Perú, mientras que otros lo ven como el arquitecto de una de las dictaduras más corruptas y represivas de la historia reciente. Fujimori fue tanto el hombre que estabilizó una economía en ruinas y derrotó al terrorismo, como el que disolvió el Congreso, manipuló medios, y acumuló violaciones a los derechos humanos en su cuenta.
Ahora, con su muerte, su hija Keiko Fujimori, que ha fracasado ya tres veces en sus intentos por ser presidenta, tiene ante sí una oportunidad única. La gran pregunta es si podrá resucitar el «fujimorismo» sin la figura de su padre o si esta será su última carta en la baraja política.

El «Héroe» que Salvó a Perú… Pero a Cualquier Precio
Alberto Fujimori llegó al poder en 1990, cuando el país se encontraba sumido en una crisis económica y asolado por la violencia de Sendero Luminoso. Para muchos, fue el líder que sacó a Perú del caos, estabilizando la economía con reformas neoliberales duras, aunque dolorosas para la población más pobre. Gracias a su mano dura, su gobierno consiguió capturar al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, desmantelando al grupo terrorista.
Sin embargo, no todo fue victoria en su mandato. Fujimori no dudó en usar tácticas autoritarias, como el autogolpe de 1992, cuando disolvió el Congreso y suspendió la Constitución para mantener el control. A partir de ahí, su gobierno estuvo marcado por violaciones a los derechos humanos, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y torturas. La «guerra sucia» contra el terrorismo dejó cicatrices imborrables en la memoria nacional.

Vladivideos y la Caída: Del Palacio Presidencial a la Cárcel
Si la represión no fue suficiente para ensombrecer su legado, los escándalos de corrupción se encargaron de hacerlo. Con Vladimiro Montesinos como su siniestro asesor, Fujimori creó una red de corrupción que tocó todas las esferas del poder. Cuando los famosos «vladivideos» —grabaciones que mostraban a Montesinos sobornando a políticos y empresarios— salieron a la luz, el gobierno de Fujimori colapsó. El expresidente huyó a Japón y renunció por fax, dejando al país sumido en una crisis de confianza en sus instituciones.
Años después, Fujimori fue extraditado desde Chile y condenado por violaciones a los derechos humanos y corrupción, lo que lo convirtió en uno de los pocos exlíderes latinoamericanos juzgados y sentenciados por tales crímenes. Su paso de presidente a prisionero dejó una lección histórica sobre el abuso del poder.

Keiko Fujimori: ¿Herencia o Peso?
Keiko ha sido una figura central en la política peruana desde la caída de su padre, liderando el partido Fuerza Popular y postulándose a la presidencia en tres ocasiones (2011, 2016 y 2021). Si bien ha sabido capitalizar parte del legado de su padre, su vínculo con los aspectos más oscuros de su gobierno le ha pasado factura. Keiko ha sido vista tanto como la «heredera del fujimorismo» como la representante de una corriente que, para muchos, perpetúa el autoritarismo y la corrupción.
A pesar de sus intentos, Keiko ha fracasado en tres elecciones presidenciales, quedándose siempre al borde de la victoria, pero sin poder convencer al electorado más allá de su núcleo duro. Tras su última derrota en 2021 frente a Pedro Castillo, Keiko enfrentó acusaciones de corrupción, lo que dañó aún más su imagen.

¿Qué Sigue Ahora? ¿Fin del Fujimorismo o Nueva Vida?
La muerte de Alberto Fujimori deja al fujimorismo en una encrucijada. Para algunos, el movimiento podría perder fuerza sin su líder fundacional. Sin embargo, para otros, la figura de Fujimori podría adquirir tintes de mártir, revitalizando el apoyo hacia Keiko. En un país que ha demostrado ser profundamente polarizado, Keiko podría intentar reposicionar su imagen aprovechando el legado positivo de su padre, aunque siempre cargando el peso de sus errores.
En última instancia, la muerte de Fujimori plantea una gran pregunta para el futuro de la política peruana: ¿Será este el final del fujimorismo o, como Keiko ha demostrado una y otra vez, estamos ante otra ronda de intentos por mantener el poder familiar?
Porque, si algo ha quedado claro en la política peruana, la tercera, cuarta o quinta es la vencida.
